No culpo a nadie de las estrellas temerarias
que se han ido fundiendo en el cielo
cada vez que busco con mi mirada a la luna
y no la encuentro.
No culpo a dios
de todas las equivocaciones,
falsas promesas
y lamentos
que he ido acumulando
por el camino.
De todos los jaleos y encrucijadas,
de todo el daño sufrido
aderezadas con
un poco de tequila,
con sal y limón (para cauterizar las heridas)
que me he ido bebiendo, a tragos,
noche tras noche,
en el bar de la esquina, a solas,
que me han ayudado discretamente a escucharme por dentro (y
mantener la compostura).
No culpo a nadie,
de los besos vacíos, llenos de ausencia,
de las coherencias absurdas, impermeables
o de los ruidos de los puntos y comas
que te brindan las decepciones,
en forma de cicatrices.
No culpo a nadie de que se me extirparan las alas, en carne
viva,
por jugar con las
lenguas de las mariposas
y pasara de ángel a demonio, en un abrir y cerrar de polvo,
con todo el sudor que conlleva bajar a los infiernos.
No voy a exponerme entrando en profundos conflictos
antagónicos
de falsa moral, no voy a achicarme por ello,
pues esas jodidas vicisitudes expectantes son las que me han llevado
a traerme hasta ti, en forma de pequeños versos rotos,
a entenderme a mí mismo,
a escribirte en voz baja,
a sentirte, a sobrevivir y a ser feliz.
No pienso reprochar nada a nadie. ¡y podría!, claro que sí.
¿Acaso vale la pena? ¡Yo considero
que no!
La vida es maravillosa como para verla marchitar de esa manera,
la vida es mucho más que todo eso, que pararse y discutir,
malgastando las balas (no es mi libro de estilo).
La vida va de arrugar las sábanas, renunciar a la apatía
o dejarse el alma en todo lo que hagamos.
La vida es mucho más que perder
el tiempo culpando, a
diestras y siniestras
al primero que pase de
manera irracional o emocional
(a ellos les sudará, y a ti, te quitará vida), ¡perderás siempre si entras en el juego!
Hay que sumar y ser positivo, reflexionar;
pasar de códigos binarios, ver más allá de ceros y unos,
valorar el virtuosismo de las casualidades y sus
causalidades.
Hay que amasar la magia (sentir sus metáforas y respirar su aire)
la mezcla de todo (de las alegrías y dramas)
me ha permitido
despertar(me), reinventarme, folla…(ehem)
a golpes de latidos y a golpe de realidades,
con toda la lírica de los lagrimales.
No, no me culpo
de todo lo perdido,
de lo vivido ni de mis santas locuras,
y mucho menos de todos los besos que he podido redescubrir
bajo la lluvia de abril por las calles de Sevilla, Madrid o
Barcelona,
porque la vida trata de sumar ilusiones y sumar diciembres, pero nunca de renunciar a eneros.
De correrla, vivirla y exclamarla,
de gritarla, de cantarla y de amarla,
por mil caídas que tengamos
y eso, es la mejor de las victorias,
el volver a levantarnos las veces que haga falta.
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