Uno versos (a diario) para llegar
hasta ti,
a través de las cornisas, sin
etiquetar,
que inventamos en exclusiva en mi
galería de Instagram.
Uno versos para que pises tierra
firme
entre emoticonos, palabras y stories,
y así llenar todos los espacios en
blanco
que nos hace sentir este extraño
2020, sin asfixiar,
y sin que nos roben + oxígeno.
(añadiendo pájaros en la cabeza,
nubes de algodón
y alguna razón + por la que delirar,
más allá de lo empírico).
Uno verbos inimaginables para
cobijar nuestras emociones,
para celebrar la vida,
para dar valor a nuestras
causalidades
(y sanar de la mejor manera posible todas
las jodiendas heridas).
Uno frases a deshoras para parar las
contracciones del tiempo (arropar su calma),
con todas sus paradojas,
posibilidades y todos sus rasguños, dentro.
Hago apología del amor y de los
suburbios más bajos de la tristeza,
sin reglas, ni hashtags extraños que
nadie pueda reprochar.
Aligero peso y dolor (para que me lleve el viento).
Busco paz al pronunciar tu nombre.
Hago caso a la letra pequeña del
mes de septiembre (sin perder los papeles)
...y vivo (fuera de los desastres)
Camino por el adoquinado
de los pies de letras
de las fotografías,
y en alguna canción traspapelada
de La Oreja de Van Gogh,
que revolotea en libertad, por los cielos.
Uno certezas y mentiras (viscerales),
idas y venidas (irremplazables),
y mucho de fantasía (confinada),
que me identifican,
sin ni siquiera pretenderlo.
Quito todos los cerrojos de las habitaciones que apresan mis delirios,
para alinear lo bueno de la vida con las múltiples noches vitalicias de suspiros y estrellas.
Juego a ser malabarista con los putos estigmas.
Juego de manera aleatoria con los fetiches de las constelaciones.
Con sus copas alzadas de vinos y lunas (que
calman la sed)
de manera dispersa (feliz)
y acortar las distancias, reconciliándome contigo,
mientras brindamos los labios.
Uno sombras con la luz de las velas,
uno deseos (en forma de ovillos) para
convertirlos en latidos y en pequeñas dosis de caricias.
Uno gemidos extenuados con suspiros indecentes,
para sentir que me versas y me follas la
mente.
Uno palabras soñadas, vestidas en legañas,
con algún filtro etéreo que quede decente.
No sigo ningún protocolo incondicional,
pero junto incontables sensaciones,
fuera de nuestra realidad (esperando que se rebelen ante los incrédulos de mier…).
Da que pensar, pero vivo en anhelos,
presente y futuro.
Apuesto por la impermeabilidad de todo tiempo verbal.
Formo besos con el lirismo de todas sus letras,
esnifo duda y pasión por los poros de
la piel, que da acceso al buen querer.
Uno textos afónicos para que se
conviertan en fuertes abrazos,
y se perciban (como grandes bálsamos de amor) en
Barcelona, Ciudad de México o Madrid.
Mientras yo me resguardo en los destellos de tus ojos,
cada vez que me lees (como un buen truco de magia con naipes, sin saber por qué).
Genial 😊
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