Él dejó de ser políticamente correcto
en el mismo instante
en que la vida
le dio la espalda y le dejó `... en línea´.
En el momento en que aprendió
a mirarse al espejo sin complejos,
a no cerrarse en banda,
a saltar al vacio,
a salir de las trincheras para combatir sus miedos,
a apostar por él mismo, al todo o nada,
con uñas y dientes,
sin necesidad de ser un héroe de Marvel
o un Jedi de Star Wars.
Él empezó a abrir sus alas, a volar, a respirar
a desafiar las reglas
y hacer borrón y cuenta nueva a todo aquello que
sobra y está sobrevalorado, a no quedarse con las ofertas
(irrevelantes) de 2 x 1, por muy atrayentes que sean
y tan solo quedarse con lo correcto e emocionalmente
imprescindible.
Él aprendio a (r)estar. A resistir las embestidas. A empezar de cero.
A desprenderse
de las piedras del camino para llenar el corazón de alegrías.
Sin un mantra concreto.
A contemplar la vida desde otras perspectivas
y así poder explorar nuevos horizontes
sin perderse ninguna aurora boreal.
Él empezó a mover ficha y no paró hasta hacer ¡Jaque Mate!
para derrotar a la suerte y recuperar sus días.
A quitarle importancia a
los comentarios gratuitos facilones de la gente
que solo buscan meternos en jodidas guerras tóxicas,
echándonos sus mierdas como si fueran nuestras.
Él empezó a decir lo que sentía, libre de jaulas,
avivando los sentidos,
incluso con tachones,
con todas las palabras, en mayúsculas
y sin miedo a quedarse afónico.
Asumiendo su parte de culpa.
Sin miedo a tener que apartarse
para esquivar las balas y las putas frases hechas. Sin miedo
ya
a romperse. A caer en pedazos. A ser murmullo
en mitad del silencio.
Él empezó, ¡ya lo creo que si empezó!…
A mirar de frente a
los demonios,
a caminar sin quemarse en los incendios,
a desechar el humo de los que te venden historias vacías.
A llevar con orgullo los tatuajes/cicatrices del pasado
y a saludar con una sonrisa a todos los fantasmas
que se encuentra por su paso
(sin reprimir ya las lágrimas y sin distancia de seguridad).
Cuando empezó a entender
que él y solamente él
es quien tiene el control
de su destino
(y con asiento preferente).
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