martes, 31 de marzo de 2020




Me retroalimentas diariamente 
con tu entereza,
SIEMPRE EN BUCLE,
Con el sonido de tu
Alegría
Con el crujir de
las zapatillas,
al venirme a despertar.
Me retroalimentas
Con los besos
las caricias
y los lunares que
bailan al son de tu piel,
resbalando felicidad
en cada una de las paradojas de mi espacio vital
que saboreo a cámara lenta,
de manera aleatoria.

Me retroalimenta el destello
de cada uno de tus andares,
a pesar de hacerme perder el equilibrio,
sin ni tan siquiera proponértelo.

Eres el sustantivo propio
y nada común de mi deseo.
Eres desafiante,
rock y una pizca de soul.
Eres ese sonido a mar,
el puto oleaje
que inunda la mejor de
mis partituras
cuando hacemos el amor.
Eres fuego,
adicción,
y credo.
Eres la teoría de la verdad
y la cruz del mapa, todo junto.
Eres casi rima en noches de paz.
Casi verso en mañanas de guerra.
Casi todo lo único que quiero tener
antes que me desvanezca.
Eres chaleco antibalas,
Inflamable.
Eres pasión, abrazo y amor.
Mi línea recta a seguir, mi punto y seguido.
Mi faro alumbrado.
La coordenada que llevo apuntada en mi corazón.

Me retroalimentas
todos los días
con tu rebeldía,
dejando
una nota en 
el reverso del tiket de compra
en la que me incitas a revelarme a la vida
preguntándome incesantemente 
una y otra vez;
¿y si burlamos al miedo?
¿y si mandamos a tomar
por saco las putadas de
la vida? (sin un plan preconcebido)
Eres pura fortaleza.
Eres mi `sigue luchando por ello´,
ese aliento que sigue creyendo en mí.
Eres mi «My fair lady» en « tiempos modernos».
Eres quien me hace quitar
las cadenas de los sacrificios,
reconstruye mis esquemas
y hace que me atreva a soltar mis demonios
sin miedo a caer.

                                                                

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