Sin saberlo
te conviertes
año tras año
en la mejor estación
del calendario.
En la mejor poesía,
verso o canción
que pueda leer o escuchar.
Te conviertes en
mi sueño más profundo,
en ese que jámas querría despertar.
Mi fecha señalada,
mi círculo rojo,
el `making- of´ de mis días más cañeros,
tan sencillo y complejo como todo eso.
Eres primavera,
verano
y otoño, incluso
mi rayo de sol más
caliente, en el invierno
más frio
(con toda la carga de vitamina C necesaria,
para sentirme bien).
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