Cuando empezó a sonar,
lo sentí,
nunca dudé de que esa
sería nuestra canción.
La canción que más horas extras haría en nuestras vidas.
La canción que acortaría y uniría distancias.
Nuestro pequeño planeta imaginario
donde refugiarnos del frio,
de las mareas, del todo y del nada.
Nuestra llave del tiempo
que nos retrocedería
en un DO, RE, MI, hasta aquel primer beso.
Cuando empezó a sonar
supe de entrada
que volveríamos a encontrarnos
en esa bella canción, en ese solo de guitarra,
una y otra vez
para siempe
y de por vida,
con una media sonrisa en los labios,
siempre que (tú y yo)
nos echásemos de menos.
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