Revivo cada una de las guerras
que me dieron algo de amor.
Revivo ruidos (berrinches, según se
mire),
silencios
y ciudades.
Revivo `te quieros´ que resuenan
con fuerza, aquellos que fueron la hostia.
Revivo miradas que estremecen el
corazón.
Revivo cada ojalá, cada mensaje de
voz,
cada WhatsApp y cada cama deshecha
con olor a verano.
Revivo la triste dictadura de las heridas
que aparecen al
desabrochar las emociones,
revivo los abrazos implicados y las continuas
consecuencias de sus resacas
emocionales.
Revivo ilusiones, torpezas y sueños
en espera.
Revivo en el sofá del salón, con la luz
apagada,
aquellas bellas canciones que nos
adjudicamos a besos
(e hicieron de la pasión un lugar
habitable).
Revivo pellizcos,
`contigos´,
y gemidos,
los mismos
que ahuyentaron a nuestros monstruos.
Revivo bonitos verbos, en todas sus
conjugaciones posibles
que hicimos posible al mordernos
los labios.
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